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Los pies de Berry están pegados con frutas chirriantes, que siempre hacen ruido de chirrido, lo que la molesta mucho. Pero Kiwi, que tuvo la misma experiencia, se divirtió mucho jugando con la fruta chirriante. Más tarde, los pollitos se encontraron con una crisis, y el sonido del chirrido los ayudó. Ahora a Berry ya no le disgusta la fruta chirriante. No solo es divertido, sino también útil.

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